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Jan

Recopilación de textos públicados en la revista "Superlópez" a partir del número 41, en 1988

Es curioso: acostumbro a decir que tengo un cajón de ideas, y es cierto; siempre tengo más ideas que tiempo para plasmarías en una historieta. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuesta muchísimo decidirse por una; y, por regla general, no la saco del cajón.

Esta vez pensaba en unos robots japoneses que vi en un documental de la teleuve. Si no recuerdo mal eran robots domésticos pensados para servirte el desayuno, barrer, limpiarte los zapatos y otras tonterías. Considerando que los ordenadores e incluso los cajeros automáticos son una clase de robots, los relacioné y empecé a darle vueltas a la cosa. Lo más corriente al empezar a dibujar un robot es ponerle unos ojos redondos, de huevo, y una rejilla por boca; vamos, un poco como los automóviles antiguos, que si los miras de frente, entornando los ojos, te parece que forman una cara con los faros y el radiador. Bueno, pues mis primeros bocetos me daban una expresión de asombro y pensé en Aristóteles: «El asombro ante la naturaleza es el origen de la filosofía». No sé dónde lo he leído, pero eso lo dijo Aristóteles. Lo juro...

Un robot filósofo es una idea chocante y no hay nada como las ideas chocantes para hacer pensar; Un robot es una máquina electrónica con circuitos; tornillitos, cablecitos... Claro que mis robots se parecen más a los containers de basura esos que vemos por las esquinas, que a un coche antiguo, y no es por nada; ya se verá por qué. Una de las Cosas que más me inspiran es el mobiliario urbano... Cosas mías.

Si damos por supuesto que una máquina de ésas, un robot, de un toma y daca, zas, se volviera consciente de sí mismo... ¿No se encontraría con un gran problema...? ¿Quién soy...? ¿Qué soy...? ¿Para qué soy...? Difícilmente aceptaría que es una máquina... ¿Tú qué opinas...? ¿Se te ocurre algo...? ¡Cuéntamelo...!

Quizá una de las primeras cosas que achacaríamos a un robot es la de que no tiene cora-zón, que es una manera de decir que no és humano. Pero estoy seguro de que Martha pensaría, como yo, que a veces un buen transistor tiene más corazón que... Vaya, en fin, cosas...

Es por eso que Martha tiene, en esta historieta un protagonismo mayor que el Superlópez: Ella y el robot son afines y marchosos. Además, la casa de Martha me venía como tuerca al tornillo. ¡Los ambientes son muy importantes...]

Cuando tengo un guión resuelto me pongo nervioso, me da por revolver revistas, libros, recortar periódicos, hurgar en mi pequeño archivo de recortes y, finalmente, cojo mi cámara y me doy una vuelta por la ciudad fotografiando todo lo susceptible de servir como escenario de la historieta que voy a hacer. Fijate en las fotos que he incluido aquí: (una, dos y tres) seguramente podrás identificar bastantes viñetas basadas en ellas. ¿Qué opinas del sistema? ¿Tú preferirías inventártelo todo...?

Ya..., estás pensando que con una aventura en Bulgaria o en el Japón no saldría a hacer fotos.... ¡Pues a que lo hago...!, pero deja, cosas mías...

No siempre es fácil, lo reconozco: no veas como se me puso la abuela de Martha; me tiró una regadera y un par de sartenes por pisarle las hortensias. Pero yo voy a lo mío, que en plan profesional aguanto lo que me echen...

Cuando, por fin, me siento a dibujar, relajado y feliz, empiezo a vivir mi mundo mágico particular. Pues no creas, cada personaje de mis historietas soy yo mismo interpretando su papel. ¿Verdad que se me parecen...?

Mira, se me ocurre un símil: si te sientas un día en una terraza de las Ramblas y contemplas a los paseantes, fíjate bien en las caras de los que llevan perro. ¿A que el dueño se parece al perro...?, la cara, el aire... Pues algo así. ¿Tienes perro tú...? Hazte una fotomatón con él y... ¡Oh. déjalo, cosas mías...! No te fijes...

Mira, el mes próximo te cuento más cosas. ¡Tengo que dibujar..

Chao.

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