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Jan

Recopilación de textos públicados en la revista "Superlópez" a partir del número 41, en 1988

las cosas de Jan

Qué cosas... Compraba en una céntrica tienda de modelismo y otros hobbies, un par de cochecitos para usarlos como modelos en la historieta que vas a leer hoy, y mientras observaba a la guapa dependienta prepararme la guapa adquisición me sentí de pronto fascinado por la cantidad de papel que rodea nuestra vida y milagros.

La chica trabajaba bien; reintrodujo los juguetes en sus respectivas cajas multicoloridas, las envolvió por separado en sendas hojas de papel con publicidad de la casa y las colocó en una bonita bolsa de plástico... Tecleó en la máquina y sacó un ticket que metió en la bolsa amen de un folleto a todo color de publicidad, que todo se aprovecha, y ya... Me fui a casa calculando que los dos coches mondos y lirondos cabrían muy holgadamente en mi macuto, unos 7 x 13 cm tendrían juntos. En cambio llevaba una bolsa que además de convertirme en hombre anuncio, medía 40 x 50 cm... nada especial, cosas mías.

Iba enumerando la cantidad de cosas desechables y tal que utilizo diariamente: papel de dibujo, de bocetar, libretas, blocs, folios, papel higiénico, servilletas, facturas, billetes de tren, libros, revistas, periódicos...

Se han llegado a fabricar camisas, vestidos de papel desechables y hasta muebles... De trecho en trecho me dan un folleto que tiraré en la próxima papelera, después de una lánguida ojeada. Los buzones revientan de papeles multicolores de publicidad cargados con estridentes promesas y la perentoria orden de ÁBRASE RÁPIDAMENTE seguida de la insólita información de haber sido agraciado con un millón de machacantes, un cochazón, o tres viajes a Tontecarlo... En fin que nos cansamos de tirar tanto coche y tanto dinero a la basura; bueno, quiero decir que quizás es como si tirásemos árboles.

Fue allá por los años 100 antes de Cristo que los chinos inventaron el papel, que hacían con cáñamo, yute, lino, corteza de morera, bambú y caña, tallos de trigo y de arroz, etc..., actualmente la principal víctima es la madera, aunque también se utilicen papeles usados, paja, esparto, bambú, caña de azúcar, trapos... En argot maderero cortar un árbol se dice «apearlo», tal como nos apeamos nosotros del autobús. Deberíamos apearnos del burro también. Nada, cosas mías...

En una revista parisiense muy cuca, vi una vez un anuncio con una soberbia fotografía de un bosque amazónico, estaban «apeando» un gigantesco árbol que podía tener ocho metros de diámetro y aparecía al pié un hermoso modelo de puerta último grito con una vista de la fábrica... Espero que habrán hecho más de una puerta con el tal arbolito aunque dudo que ello le sirva de consuelo.

Un domingo de los mayos pasados compré un veterano diario nacional, La Vanguardia, y el asunto tenía 604 páginas. Con toda fruición el mismo diario informaba que el papel utilizado en la divertida tirada pesaba 710.225kg y que se podía, cortándolo en tiras de 32 mm de ancho y uniéndolo por las puntas, cubrir la distancia de la Tierra a la Luna...

¿Y los tebeos...? Ya querrás tú que el Superlópez tenga el doble, el triple de páginas,

ya... Pues la palma se la llevan los japoneses. Cómics comunes y corrientes van de 700 a 1.000 páginas y el lomo no baja de 4 cm de ancho. ¡Menos mal que no hacen extraordinarios en Navidad!

Ostras, yo desbarrando sobre papel y tenía que hablar sobre la historieta de Superlópez... Bueno, como queda poco espacio te diré de carrerilla que la idea me vino de un cerdito que me comí para merendar mientras conducía mi coche por la comarca del Ripollés, y que cuando la hayas leído toda hablaremos... ¡Y no me vendría mal una avalancha de crítica salvaje! Vamos, cosas mías...

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