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El héroe cívico
Por Antoni Guiral.
01 de junio de 2008 - número: 852
Procede del planeta Chitón, su verdadero nombre es Jo-Con-Él, pero sus padres adoptivos en la Tierra lo bautizaron como Juan López y, entre sus poderes, destacan la supervelocidad, la superfuerza y la facultad de volar. ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es Superman? No, es Superlópez, uno de los más sólidos personajes de la historieta española creado por Jan (Juan López es, también, su verdadero nombre), que cumple este año su 35 aniversario de vida.
A diferencia de otros superhéroes, nuestro Superlópez entra de lleno en el terreno del cómic humorístico, de tintes surrealistas, pero también con una clara vocación por ejercer la crítica social y costumbrista. Empezó siendo una evidente parodia de Superman cuando en 1973 la editorial Euredit, que había puesto en marcha una colección protagonizada por versiones burlescas de personajes de la cultura popular, le propuso a Jan una inmersión en el filón humorístico de los superhéroes.
Definición del antihéroe. Dos años después, Superlópez reaparecería fugazmente en tebeos de la editorial Bruguera, hasta que en 1979 Jan encontraría en el guionista Efepé (Francisco Pérez Navarro) a su compañero ideal para relanzar al personaje en diversas historietas cortas publicadas en la revista Mortadelo Especial. Aquel era todavía un antihéroe inmerso en una ocurrente catarsis burlesca del género superheroico, un Superlópez ya definido en sus principales características tanto personales (despistado, generoso, torpe) como ambientales (oficinista en su versión civil, superhéroe con capa y disfraz cuando el peligro acecha). Efepé y Jan le dotaron entonces de sus principales amigos, sus compañeros de trabajo Jaime González y Luisa Lanas (versiones del Jimmy Olsen y la Lois Lane de Superman), y le hicieron partícipe del típico grupo de seres poderosos, El Supergrupo, compuesto por El Capitán Hispania, El Bruto, La Chica Increíble, Latas y El Mago.
En el mundo real. Tras las historietas cortas y dos aventuras de larga extensión, Jan decide en 1980 iniciar una nueva etapa de su personaje, esta vez en solitario, como guionista y dibujante. El propio autor explicaba así su decisión: «Fue una necesidad; yo ya era consciente de que debía trabajar con mis propias ideas, más enfocadas al mundo real que me rodeaba que al de los superhéroes, que no existen más que como referencia a un tipo de cultura norteamericana, o sea no nuestra».
Casualmente, será durante la realización de su primera historia en solitario, Los alienígenas, cuando la S que lleva Superlópez en el pecho sufra un cambio significativo: «DC Comics, que vendió los derechos de Superman a Bruguera, alegó que Superlópez era un plagio», explica Jan, que añade: «Llegaron a un compromiso con la editorial, y tuve que quitar el escudo del pecho, cosa que a mí me daba perfectamente igual».
Temas de actualidad. Todavía en Bruguera, publicando las aventuras de Superlópez por entregas en tebeos como Mortadelo Especial o Mortadelo, Jan aborda temas de actualidad y se sumerge en las disquisiciones humanas de la cotidianeidad, ejerciendo un espíritu crítico tamizado siempre por la fantasía, el humor y la sátira. Muy cuidadoso con sus guiones y atento siempre a la documentación, Jan demuestra en su obra una gran capacidad como narrador y dibujante, destacando por la expresividad de sus figuras, su atención a los detalles y el dominio del humor para vehicular aquellos asuntos que le preocupan. De una u otra forma, problemas como el tráfico de drogas, la intolerancia racial, la incapacidad humana para la comunicación o la ecología ocupan las páginas de una serie dirigida a un público juvenil que ha sabido conquistar a muchos lectores adultos.
Todos los álbumes de Superlópez están impregnados de las inquietudes sociales y culturales de Jan, uno de nuestros mejores historietistas actuales, que en el año 2002 fue acreditado con el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, pero el propio autor siempre ha reconocido que uno de sus favoritos es La caja de Pandora. Publicado en 1984, esta farsa mitológica parte de la premisa de que los dioses, en su Olimpo, esperan que los humanos se destruyan entre sí para ocupar nuestro planeta. Tan deseado momento depende de la mítica caja que Zeus regaló a Pandora, quien, al abrirla en su visita a la Tierra desató todos los males que asuelan a la humanidad (odio, envidia, contaminación, guerras?). Tras cerrar la caja antes de generar un holocausto final, ésta queda en poder de los descendientes de Pandora, hasta que los dioses deciden que ha llegado el momento de abrirla definitivamente para averiguar si contiene algún atisbo de esperanza o el mal que ha de eliminar a los seres humanos. Jan, que demuestra en este álbum su capacidad para documentarse en temas mitológicos y ultraterrenales, interpreta de forma muy personal la inutilidad de dejar el destino en manos de mitos o deidades cuando, en realidad está, sencillamente, en las nuestras.
España y el mundo. Por fortuna, la historia de Superlópez no finaliza con el cierre de Editorial Bruguera en 1986, ya que un año después, y de la mano de Ediciones B, reaparece con cabecera propia y nuevas aventuras, hasta que en 1996, con la desaparición de sus revistas periódicas, la editorial barcelonesa continuará publicando la serie directamente en formato de álbum. En esta última etapa de su trayectoria, Jan cohesiona su particular universo concediendo una mayor presencia y prestancia a los personajes habituales, tanto los amigos (Jaime, Luisa o el inspector Hólmez) como los villanos (Dr. Escariano Avieso, Al Trapone o Lady Araña), reforzando sus referentes con la actualidad (residuos radioactivos, tráfico de inmigrantes, chapapote, hipotecas). Al mismo tiempo, Superlópez, que vive habitualmente en Barcelona, seguirá viajando tanto por España (Galicia, Madrid) como por todo el mundo (Japón, Andorra, Francia), confirmando que tanto Jan como su criatura siguen en muy buena forma. Treinta y cinco años y más de 50 álbumes de aventuras los contemplan; como diría el mismísimo Superlópez: «¡Cachis la mar!».