Yohein escribió:Bueno, esa cruzada de "no a las tapas duras por la deforestación"... en fin
![Rolling Eyes :roll:](./images/smilies/icon_rolleyes.gif)
Salvo que sea algo absolutamente descabellado (y desde luego, esto no lo es) no se puede andar pensando en todo lo que hay detrás de un producto para decidir qué comprar o no... porque no comprábamos nada
![Twisted Evil :twisted:](./images/smilies/icon_twisted.gif)
Ni que estuvieran poniendo hojas de 15 cm de grosor, oigan...
Como ecologista que intento ser, considero que hay que pensar en los efectos ecológicos de todo nuestro consumo. Si las tapas de un tebeo abultan más que el contenido y encima dicho album sólo tiene de diferente la portada... o unos piquetes rojos.
Y encima es más caro... pero, bueno, ahí, en lo del precio, es lo que dice Kaximpo, y lo que se explica en cualquier asignatura de Introducción a la Economía: existe un precio máximo para el cual está dispuesto el consumidor a pagar por cierto bien. Por lo mismo, existe un precio óptimo: para unos ese precio será 1 ? y para otros 20? (pero no hablemos de Duval, digo de Norma).
Creo sentir la necesidad de responder otra vez a este tema pero por ahora: Un ecologista que se deja el emule, el ordenador, la tele, el coche etc. encendidos no es ecologista, porque está colaborando con el despilfarro de electricidad, está dando argumentos a Enresa y al lobby nuclear, está colaborando con el cambio climático (energía eléctrica producida a partir de centrales térmicas y/o de "ciclo combinado").
Dejar la calle echa un asco me lleva a pensar (y ese tema ya lo tuve que discutir hace diez años) en que tampoco ese individuo es ecologista: es un tipo sucio que va a la suya. El cristal va a los contenedores verdes. El papel, a los azules. Lo que no se sabe, al de los restos. Y, si son plásticos y envoltorios, a los amarillos. Es posible que las borracheras hagan perder la percepción a los colores pero es que además, si generalmente los ecologistas se asocian a movimientos antiglobalización y tararíytarará, deberían pensárselo dos veces antes de hacer botellones con marcas pertenecientes a empresas transnacionales.